EL ÚLTIMO ENEMIGO
Al detenernos a reflexionar acerca de la vida y de la muerte hay algo que no siempre nos acaba de encajar del todo. Al nacer, aparecemos de inmediato en la vida a través de una brecha de dolor y comenzamos a respirar. Al morir, hacemos un recorrido por el tiempo desde el momento en que esa brecha se cerró y quedó atrás hasta que vuelve a aparecer el dolor, cesa la respiración y nos vamos consumiendo. ¿Y todo lo que hemos recorrido en ese breve lapso de tiempo, para qué?
Es momento de
preguntarnos ¿Qué es la vida? ¿pueden la vida y la muerte coexistir? ¿tiene
sentido la existencia? ¿es una ilusión?
¿para qué me preocupo? ¿para qué disfruto? ¿para qué trabajo? ¿para qué…?
Hubo un momento en este
lapso de mi propia existencia en el que estas preguntas me abrumaban y golpeaban como si, sumergido
en la mar picada y entre trago y trago de agua salada, tratase inútilmente de
sobrevivir un segundo más y viendo la imposibilidad de hacerlo, me dejara absorber
por el abismo para acabar ya con todo.
Entonces ¿qué?
Hay un libro que habla de
todo esto y que a día de hoy nos acompaña donde quiera que vamos a mi esposa y
a mí. Este no es un único libro, aunque su esencia si lo sea, es muchos libros en uno sólo, y esto
curiosamente define exactamente cómo es su protagonista, Cristo.
Cristo resucitó, y esto
es algo que a nadie puede dejar indiferente. De hecho, ha cambiado el rumbo de
la humanidad multitud de veces y lo sigue haciendo. Desde el principio de los
escritos que se hallan en La Biblia, vemos como Él siempre ha estado y la manera
en que se va revelando hasta tal punto que puedes hallarlo en tu propio corazón.
Entre las páginas de este libro hay expresiones tales como:
“…y si Cristo no ha resucitado, nuestra fe es inútil…si sólo para esta vida esperamos en Cristo, somos los más dignos de lástima de todos los hombres…”
Este es un texto en que el propio autor, absorbido
por Cristo, compartía esa vivencia a otras personas que habían creído en Él. De
hecho, Cristo fue una auténtica revolución en aquella época, marcando un antes y
un después en la historia de la humanidad.
La Biblia cuenta como desde antes de la propia existencia, Cristo ya era real, dice que todo fue hecho por él y para él y que nada tiene sentido fuera de él. Hay un relato que narra como él explica a Dios, de cómo la vida que está en Cristo llega a pasar hasta las personas transmitiéndoles eso mismo, vida e inmortalidad por medio del evangelio. Evangelio es un término que se usa para transmitir la acción de informar de un hecho en forma de una buena noticia.
Y dice que es la buena noticia de un reino, es decir, de un gobierno que transmite vida a aquellos que se dejan libremente gobernar por él. Es un dominio eterno de la propia vida que Dios tiene en su ser y se la regala a quienes quieran aceptarla, nos dice que esa vida está en su hijo, y que su hijo es Cristo.
También pone al corriente de que una vez que tu aceptas esta noticia creyéndola con todo tu corazón, Cristo pasa a ser parte de ti y tú pasas a ser parte de él junto con muchos otros. Por eso decía que Cristo es uno en muchos y muchos en uno, como La Biblia.
También ocurre algo similar con la cautividad y la libertad que esto produce en aquellos que lo aceptan, Cristo cautiva y libera tu corazón de tal forma cómo la Biblia cautiva y libera el pensamiento de aquellos que la leen. ¿Cómo que cautiva y libera? Si, eso digo. Te cautiva en el sentido de que atrapa en Él y te libera en relación al resto de cosas que te mantenían cautivo.
Te traslada a otra
dimensión, la dimensión del Espíritu, la de Dios, la dimensión eterna dónde
Cristo es Rey. Aquel ámbito dónde se halla la esencia de todo, aquel estado de
las cosas que permanecen porque son inmortales e indestructibles, como Cristo.
Allí es dónde esta la
verdadera paz y el reposo para ayer, para hoy y para siempre. Allí está la Vida
y no está lejos, dice Cristo que está al alcance de la mano, que Él es esa vida,
que la tomes y no te pierdas. Que no esperes más. El ayer no importa, tampoco
el presente, ni el futuro, importa lo que permanece para siempre, lo que nunca
muere, lo eterno.
Y ¿la muerte?
La muerte es el mayor
enemigo del ser humano. Nos acompaña desde que somos engendrados en el vientre
de nuestra madre hasta que llega el día que, si se lo permitimos se queda con
todo lo que tenemos. Nuestra vida, familia, salud, economía, etc. Marca una frontera
en las personas y ocultamente trata de hacernos creer que es la meta de nuestra
existencia. Y si te fijas bien, te mantiene cautivo. Está en el subconsciente de
todas tus decisiones y tratas de perdurar para ¿vivir?
La Biblia no dice eso
acerca de la muerte, dice que es un enemigo que se ha infiltrado en la creación
de Dios y que en Cristo está vencida, mira: “luego el fin: cuando entregue
el reino al Dios y Padre, cuando suprima todo imperio, y toda autoridad y
poder; porque es necesario que Él (Cristo) reine hasta que ponga a todos
sus enemigos por estrado de sus pies, y el postrer enemigo en ser destruido es
la Muerte; …”
En este contexto habla de
que todos los que están en Cristo resucitan: “Y cuando esto corruptible se vista
de incorrupción (habla de la resurrección) y esto mortal se vista de
inmortalidad, entonces se cumplirá la Palabra escrita: ¡Tragada fue la Muerte
en victoria! ¿Dónde está, oh Muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh Muerte, tu
aguijón? Pues el aguijón de la Muerte es el pecado, y el poder del pecado, la
ley; pero gracias a Dios que nos da la victoria por medio de Jesucristo, Señor
nuestro.”
Aquí dice que la muerte es el resultado del pecado. Pecado es un término que se usa en La Biblia para indicar un fallo existencial. Pecar es “errar en el blanco”, es vivir al margen de las normas vitales. El pecado, cuenta La Biblia, es como un cáncer en forma de metástasis que fue inyectado en el hombre, una enfermedad que no tiene cura, el hecho es que todas las enfermedades radican de él. Es una forma de existencia que atenta constantemente contra la vida y además el hombre por sí mismo no puede deshacerse de ella porque lo mantiene cautivo.
Y allí Cristo tiene una
función esencial. Él se salió conscientemente de su ámbito espiritual para
venir al nuestro y absorber esta enfermedad no permitiéndole manifestarse en él
y de esa manera permitió que el pecado ajeno lo juzgara a él clavándolo en la
cruz y de esta forma quedo vencido de una vez y para siempre.
La consecuencia de esto
fue la victoria de la vida sobre la muerte, la resurrección. A Cristo no lo
pudo retener ni el pecado, ni ninguna tentación, tampoco el mundo y ni siquiera
la muerte.
Y todo esto. ¿Para qué?
La Biblia La Biblia es un
libro de misterios que se revelan en Cristo. Es una escritura que funciona a la
manera del negativo de una fotografía, para ver lo que esconde la tienes que
ver a la luz, en este caso a la luz del Cristo. Él dice: Yo Soy La Luz, Yo Soy
La Vida, Yo Soy El Camino, Yo Soy La Verdad, Yo Soy…El Principio. Y de esto se
trata La Biblia, el comienzo de todo lo que se ve y lo que no se ve es Él, nada
fuera de Él existe. Incluso hay algún relato en el que dentro de los hechos
históricos de su momento, allá por el siglo I, dice que: “Porque en Él
vivimos, nos movemos y existimos, como incluso algunos poetas han dicho…”
Cristo revela, inspira,
llena de esperanza y de vida, da sentido a todo, ordena los pensamientos y las
emociones. Cristo resucita a los muertos, te lo dice un servidor, estuve muerto
y volví a vivir como nunca habría imaginado, aunque si anhelado. Y después de
esto ¿qué?
VICTORIA
“Bienaventurado
y santo el que tiene parte en la primera resurrección (el
que pasa a vivir en Cristo): la Muerte Segunda no tiene potestad sobre
estos”
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